martes, 1 de diciembre de 2015

¿POR QUE TU?


Nunca sabré responder esa pregunta
obstinada como un monte con raíces de monte.
¿Por qué dios, la muerte, el mundo?
¿Por qué tú?
Tú, en medio del absurdo,
en el centro del caos.
Dios, la muerte, el mundo
no son urgentes,
pueden esperar hasta la primavera.
Pero tú estás ahí,
desafiando el invierno que muerde mi piel,
ahí, nieve como  césped en la tierra del alma.
Si duermo, sobre ti duermo,
si camino tropiezo con tus labios.
Te abrazo si mis brazos aplauden la luna
y mi sexo pronuncia tus ingles si te nombro.
¿Por qué tú, exigiendo una primacía
en mi quehacer humano,
en mi tarea de convertir el barro
en nidos para pájaros errantes?
Ignoro si te amo porque te pienso
o te pienso porque te amo.
Descartes no se planteó tu presencia,
tu existir, tu estar en el centro de mi centro,
como una médula vital
que va más allá y más acá de mis células óseas.
Dios, la muerte, el mundo subyacen
bajo la pregunta que pregunta
por tu presencia insoslayable
de la que huyo,
a la que me aferro
con las obstinación de un monte con raíces de monte.
Porque ya no me duele la pregunta.

Me escuece la renuncia a responderme.

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