lunes, 30 de noviembre de 2015

PIEDRA


Un día tomas conciencia de que eres simplemente una piedra.
Una piedra que rompe la armonía de la acera
porque sobresales como un bonsái brillante.
Tropiezan en ti los que caminan.
Vuelven la vista y maldicen tu existencia.
Un día tomas conciencia de que esa piedra estorba,
que deberías permanecer hundida
como todas las piedras de la acera.
No fue tu decisión romper los tacones elegantes
de una cintura que baila sus andares,
ni la frente del pequeño que aprende que la vida guarda espinas,
ni el anciano que se rompe la cadera de su historia
y le encajan unos tornillos de titanio.
No fue tu decisión,
pero eres una piedra que estorba las prisas,
la velocidad de quien pierde un tren cualquiera.
Estorbas. No eres útil y sólo lo útil vale.
Es la conciencia impuesta.
Lo siento por el arco iris, por los magnolios del mundo.
No son útiles, sino estorbos como tú.
Por eso arrancan los pinares de cuajo, por inútiles,
porque estorban para un conjunto residencial
a doscientos mil tres dormitorios, cuarto de baño y cocina
Estorbas y alguien debe tener el coraje
de decírtelo a la cara y arrancar tus raíces.
Alguien debe dejarte claro que hay que abandonarte
porque una hemiplejia,
porque un cáncer,
porque una ELA no te permiten ser una piedra aplastada
y en orden como toda la acera construida
por los especuladores que desprecian la belleza de estar vivos.
Un día tomas conciencia
y tienes ganas de colgarte de una luna
y balancear tu historia

hasta que se te rompa el tiempo entre las manos.

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