lunes, 12 de octubre de 2015

ANUDADO



Anudado a tus piedras,
a las cicatrices de tus puentes,
me descuelgo hasta los huecos
de tus ojos.
Hay océanos
con tormentas en sus vientres
y delfines dislocados
escondidos tras murallas de plancton.
Hundidos en ti
se agolpan los pulmones
exigiendo árboles de aire,
lunas con brisas en la piel,
bocanadas de luz como tus puentes
por donde descolgarme
hasta el hueco de tus labios.
Hay células amordazadas,
crecidas en proporción geométrica
que mastican la vida
y vomitan muertes amargas como limones oscuros.
Pero  me anudo a ti,
a la yedra que escala tu cintura
hasta culminar la cima de tus pechos
y me salvas
de los dientes agrios
que desangran el viento que suplico.
Aspiro tu aliento creador
y los alveolos se agrandan con tu nombre
y retorna la vida como al niño
que acepta el cansancio de ser hombre.
Atado a ti seré la sombra
que te sigue,
que existe porque existe tu cuerpo,
que hunde sus besos donde nacen tus besos,
mis labios en tus labios
para que no se filtre el aire
que cosecha hematíes

en el sudor de mi sangre.

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