miércoles, 24 de junio de 2015

A LO MEJOR EN EL MAR






Necesito huir, marchar a no sé dónde. Quedarme sin tierra bajo los pies. Huir de mí, de ti, de la luz y el viento.

Se desnudó y se tiró al agua con la elegancia de un ciprés que se acuesta. Se dejó envolver y se hizo líquida su piel, trasparente su piel, tacto de seda su piel.
Dos pirámides  sus pechos, erguidos como torres, empitonando el agua, abriéndola en dos, dividiéndola a su paso. Abrió sus muslos y el agua se enredó en el vello de su pubis, tocó su sexo con la ternura de quien toca una amapola y la penetró invadiendo su interior para habitarla por dentro como un amor indefinido.


No sé si alguna vez salió del agua. Pero he comprobado que cuando me adentro en el mar, la espuma pronuncia un nombre y las caracolas tienen la memoria de su cuerpo. Tal vez un día la encuentre subida en una ola y entonces nos amaremos para siempre.

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