martes, 24 de marzo de 2015

A MITAD


He andado la mitad de tu cuerpo.
Busco un almendro
para el ocre cansancio de mis pies.
En tu vientre, tal vez,
en el delta de tu espalda.
Me duelen las palabras,
los besos caminados por tus pechos.
Tengo los labios llenos de rocío
de hacer noche en tu boca,
a las afueras de tus labios,
en el cielo supremo de tu cielo.
He andado tan sólo la mitad de tu cuerpo.
Me queda el océano infinito,
la espuma de tu piel,
el oleaje azul de tu horizonte,
donde crece tu luna
entre la yerbabuena oscura de tu noche.
La mitad de tu cuerpo está hecha de arco iris,
de grietas abiertas,
de luz cicatrizada
para que descienda la vida recién hecha
por la gótica ojiva de tu templo.
Camino a brazadas,
nadando tus pliegues,
atravesando el firmamento de tus nalgas
hasta hospedarme en el oasis
de tus palmeras azules.
De antemano sé que no llegaré nunca,
porque eres infinita,
porque no cabe un alma
en una zarza ardiente,

en una trinidad de barro, carne y agua. 

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