sábado, 21 de febrero de 2015

INOCENCIA


Cabían todas las rosas en su beso.
Entre sus pechos le crecían  jardines.
Habitaban los puentes colgantes en su vientre
y en su sexo toda la ternura.
Podía construir balcones en sus ojos
para hacer el viento a la medida de sus manos.
Aspiraba a sentir entre sus piernas
una ciudad de naranjas rodantes,
y en sus muslos árboles con guitarras
para bailar las muertes de los niños pobres.
Alguien se empeñó en que era un sueño,
que yo desconocía las medidas del mundo,
que vivía a las afueras del dinero y el tiro en la nuca.
Me advertían que los dientes son para morder,
para devorar al débil,
para empujar al que no tiene apoyo,
que las manos sirven para ahogar
no para acariciar una espalda que se arquea si la besas.
Me tacharon de teórico,
de enamorarme de  pompas de jabón.
Me exigían que despertara,
que manchara los pies con el barro de la sangre.
Alguien me puso una manzana entre las manos
para que me sintiera humano
después de masticar la pulpa de mi hermano.
Supe elegir el beso donde cabían todas las rosas
y los pechos con jardines
y su vientre con puentes colgantes.
Entonces fui consciente de que sobraba
y que alguien hacía con mi nuca

un recuerdo turístico de la inocencia.

No hay comentarios: