sábado, 26 de julio de 2014

CABALLOS



Me nacen caballos en las manos,
caballos negros
que relinchan el nombre de mi sangre,
que trotan y levantan el polvo de la luz,
que rumian la hierba de mi piel.
Amo los caballos negros
arrancados a la noche,
sin lunas, sin estrellas,
para que puedan ser absolutamente negros.
No tengas miedo a mis caballos.
Han sitiado la tormenta que llevo entre las piernas
y regalan  margaritas videntes
que profetizan si me quieres , no me quieres.
No tengas miedo a mis caballos.
Saben el camino de tus ojos
y tienen patas flexibles
para arrodillarse en tu piel
y agradecer el abrazo de tus piernas
abiertas para abarcar
su galope de plumas en el aire.
No tengas miedo a mis caballos.
Son el viento oscuro
de mi cerebro a veces desbocado
cuando acercas las jacas de tus pechos,
los potros de tus labios
 buscando mi vientre mojado de ternura.
No tengas miedo a mis caballos.
Quieren beber tu aliento
y masticar las flores de tu pelo.
Vamos a cantarles una nana.
Que duerman y sueñen con la luna,
esa plaza infinita

de caballos azules.

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