domingo, 4 de mayo de 2014

ETERNIDAD



Por la eternidad pregunto.
Pido que nadie me responda.
Estoy acomodado en el tiempo,
en este ser para la muerte
con la conciencia de finitud
clavada en el destino.
Heidegger, Sartre, Camus
con su peste a cuestas
y aquel accidente
que le truncó la continuidad del ser.
Es más sencillo acabarse,
ejercer el verbo reflexivo de morirse
porque nadie me muere, aunque me mate.
yo me muero.
Soy el sujeto activo de esa gramática
que apaga mi sangre poco a poco.
Me falta el predicado
porque nadie me dice qué es la muerte,
nadie le añade una cualidad concreta
más allá del fin, del precipicio
donde por todas partes limito con la nada
como una isla disuelta,
con el eje roto,
estática
como una estatua de Miguel Angel,
que nadie visita
porque los muertos son un museo turístico
y  todo se hace sótano,
oscuridad herrumbrada.
Renuncio a preguntar.
Cuelgo del silencio la palabra
sin más interrogantes ni respuestas.
Silencio absurdo soy,
sólo silencio.


No hay comentarios: