jueves, 6 de marzo de 2014

MATANDO SUEÑOS.


Tengo cuchillos para sajar tus sueños,
para desangrar tu esperanza,
para que su hoja te mantenga en el aire
donde tú no eres tú,
donde sólo eres carne abierta,
dolor amordazado,
ilusión deshuesada.
Puedo romper tu piel mientras como langosta,
mientras hago el amor,
hundiendo mis manos en unos muslos blancos,
mientras tú te aferras a alambradas asesinas.
Yo estaré penetrando  un cuerpo enamorado,
y tú tendrás tumbado el cuerpo sobre un muro de acero.
Sonarán los gemidos de alegría
mientras gritas el dolor de ser negro.
Tu muerte empezó
con el adiós a madre,
a hijos con hambre almacenada,
a esposa resignada.
Te fue creciendo con la arena de desiertos
y un tiro a lo mejor,
preferible certero,
te gritará que no tienes derecho
a un pedazo de pan blanco,
a una sonrisa,
a una mano de hermano.
No lo entiendes,
pero es sencillo de entender.
Ser  negro y pobre es un destino
que brota en las raíces,
en el continente mismo
donde vive esa oscura costumbre
de pobreza, de miseria, de sudor transparente.
Sois materia prima para que prospere el blanco.
Ahora habéis pensado
que robando el trabajo,
la sanidad,
la enseñanza
nos vais a aguar la fiesta.
No lo permitiremos,
para eso tenemos murallas de vergüenza
La historia nos brindó la oportunidad
de saquear colonialmente un continente.
Y ahora disfrutamos lo que nos dieron los siglos.
Tomad conciencia: sois negros, sólo negros.
Tenemos fronteras de acero toledano,
y fusiles de mira telescópica
que aciertan con las nucas indefectiblemente.
Cuchillas como bisturíes
que abren en dos la miseria
para que se desangre la esperanza,
para descuartizar los sueños,
para arrancarle la piel al mañana.
Sabemos matar sobre una playa
y enterraros sin nombre
y que el dios blanco que está en los cielos
os colme el hambre.
Dios perdona mi insensibilidad
y descarga mis espaldas de cadáveres inútiles.
Descansa en paz,
aunque no te lo merezcas.


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