miércoles, 19 de febrero de 2014

PIANO



Te busco entre el blanco y negro de un piano.
Desconozco el color de tu alma,
aunque suena en mi cuerpo la música de tus ojos.
Blanca o negra.
No he visto el abrazo de tus genes
pero creo en la policromía de tu carne
cuando la luz y la sombra te hacen sinfonía
para esta tristeza que me asfixia la garganta.
Cierro los ojos e ignoro
si la música suena cercana o entre horizontes.
No sé dónde estás tú,
ni siquiera si estás.
He  reunido los ecos
como si fueras una despedida.
Blanco y negro el piano que suena
en las cuevas del alma,
estalactitas de luz
brotadas como un jardín de recuerdos disecados.
Voy a mostrarle a los turistas
las calles que anduvimos,
los árboles tatuados de besos
y una eternidad grabada
con una fecha sin fecha
Dejé anotado el día que le pedimos al  río
si quería ser testigo de nuestras lunas,
de los atardeceres,
cuando los labios,
cuando la piel estremecida,
cuando aprendieron los cuerpos el camino de los cuerpos.
No pretendo tocarte,
tan sólo sentir tus notas

de piano blanco y negro

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