martes, 4 de febrero de 2014

LAS OCHO


La vida es tiempo.
Los relojes, estuches
donde se guardan los días
vividos, por vivir.
Y entre el ayer y el mañana
hay una hora exacta,
clavada en la memoria,
coincidencia de encuentro,
de beso,
de abrazo,
de presencia.
Estás tú
y yo estoy
acercando los labios,
desayunando el zumo de tu boca,
certificando caricias que encierra el segundero
de las ocho en punto.
Hoy he sido exacto,
como siempre.
Llovido el beso de rocío,
mojados los sueños de luna fresca.
Y no estabas.
No estabas.
No estabas.
No estarás nunca tal vez.

y nunca serán las ocho en punto.

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