miércoles, 15 de enero de 2014

MUERTE



Nadie me explica para qué  morimos.
Ley de vida, dicen.
Y porque soy legal
me moriré cualquier día.
Desnudo, sin poemas,
sin tus labios firmes,
cuajados de esperanza
buscando piel total
hasta las raíces que me fijan al tiempo
Siempre se muere de repente,
nunca poco a poco
No hay agonía, lucha inútil,
sólo dolor penúltimo.
Pierdes la memoria de tu cuerpo
y te haces olvido inesperado.
No añoras la carne perseguida
en las noches hundidas como barcos.
Te enamoras  de una oscuridad de piedra
y tallas en tu sangre un cadáver con los ojos
cargados de despedidas con prisas.
Porque sólo se muere de repente,
nunca sabré para qué,
pero cumpliré la obligación
no sé por quién impuesta,
sólo para someterme

a esa ley de vida que le llaman.

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