martes, 14 de enero de 2014

CONFESION




Debo admitir las sombras,
la densidad, el volumen
de una oscuridad de piedra.
Dura la luz, el agua
la espuma tallada.
Todo  mármol brotado
roca nacida,
ternura truncada,
temblor equivocado
que cuelga de los árboles,
fruto inasequible
para el marfil del diente.
De morder se trata
porque no hay zumo dentro.
Sólo semilla de granito
para futuras cosechas
de vida mineral.
Nunca serán fruto los labios
porque  los besos son
un destierro a las afueras del tiempo.
Debo admitir que no sé lo que busco,
que no se cumple el abrazo prometido,
que hay un rechazo oculto,
tejiendo distancias,
interponiendo calles
para no encontrar nunca la casa de nadie.
Debo confesarlo:
soy tan sólo una sola soledad,
desnudez absoluta
que encuentra cualquier día cualquier muerte.
Ese día llorarán los buitres
y comerán mi carne.
La taparán con rosas
y seré un monumento fúnebre, silente,
anónimo y hundido
escarbando la eternidad inútil
como esta confesión arrepentida.



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