miércoles, 1 de enero de 2014

CABALLITO DE CARTON


Pido a quien corresponda
un caballito de cartón.
No sé si a la trinidad monárquica
de Melchor, Gaspar y Baltasar
o a la anárquica república de estrellas.
Tengo un sueño humilde.
Un caballito sobre ruedas,
de cartón las crines,
de cartón su elegancia de caballo jerezano,
dobladas sus patas,
con ritmo de Macarena mecida por Sevilla.
No sé a quién pedirle mi sueño de cartón.
A quien corresponda, digo.
Si besos,
si caricias,
si cinturas,
si muslos diseñados,
si bocas con un cielo en sus alturas,
si grutas,
si relieves,
si caminos que llevan hasta el alma,
a ti te pediría.
Porque estás,
porque existes,
porque eres
camino,
meta,
horizonte.
Porque tengo tu piel en el recuerdo,
tu carne entre las manos,
tu perfume de noche entre las sábanas.
Pero un caballito de cartón
para esta niñez adulta,
para cargarle  penas,
tantas penas,
tantas desesperanzas,
frustraciones de ríos
doblados como ramos de amapolas.
De cartón mi caballito.
Blanco y negro, pintado
de  elementales colores,
pobres,
para soportar esta ruina humana,
esta melancolía,
esta tristeza,
el cansancio infinito de ser hombre.
Pido a quien corresponda,
simplemente,
un caballito de cartón.


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