viernes, 6 de diciembre de 2013

EL BARCO




La rabia del mar que se hunde en el barco.
Naufraga el orden preestablecido.
El ayer es nunca.
Es nunca el mañana.
No es tiempo el tiempo.
Nada está en su sitio.
El amor es irrecuperable,
un olvido infinito
El sexo no recuerda al sexo,
no sabe qué hacer consigo mismo.
Hay un extravío genital
que no acierta el camino de tus ingles.
Nos hemos perdido
como el aire entre los árboles.
No tenemos nombre,
no somos tiempo,
ni recuerdo,
sólo  abandono
en caminos no pisados nunca.
No tengo a quién preguntar
Cómo puedo llegar al corazón.
No hay nadie que me indique
la dirección de los besos,
de la boca donde guardaba las noches,
las lunas, los ríos seminales,
las selvas propiedades del éxtasis.
Se me han hundido los tejados,
ha perforado la lluvia
la osamenta que apuntalaba
la piel desnatada,
desnutrida
desde que hiciste distancia
la identidad que nos unía.
No tienen nombre las calles
porque no hay calles ni senderos
que sepan cómo te llamabas,
cómo atendías
cuando te gritaba el viento.
No sé dónde estoy,
lo que soy si soy,
lo que he sido.
Tal vez la rabia del mar

que se hunde en un barco.

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