viernes, 29 de noviembre de 2013

PUEDO



Puedo tocar la sombra del viento,
sentir el escalofrío del tacto
de la hierba que es el viento.
Puedo recitar la voz del viento,
el formato de sus labios,
la densidad de sus besos
y esos versos que escribe
cuando se abraza al río,
a los árboles,
al canto de los pájaros.
Puedo andar como el viento
cuando encuentra tus ojos
hundidos en tu pelo.
Puedo recordar al viento cuando recuerda
tu piel,
cuando se hace memoria
de tus tacones sobre la lluvia,
de tu cintura ceñida
por sus manos de viento.
Puedo preguntarle al viento
por tu desnudez,
preguntarle si existes de noche
sin el corsé que defiende
tus pechos,
sin el pantalón que funda
el relieve de tus nalgas.
Puedo preguntarle al viento
cómo duermes,
cómo sueñas,
cómo aprietas el vacío
corporal de la ausencia.
 Puedo preguntarle al viento
si le pesa el volumen de tu alma
cuando gritan tus piernas,
cuando llama tu boca
a las afueras de mi boca.
Puedo preguntarle al viento
por qué siento este frío sólido
como un bloque de olvido cuando  olvido,
cuando no es recuerdo el recuerdo,
cuando no estoy,
no estás.

Quiero hospedarme en el viento.

No hay comentarios: