lunes, 7 de octubre de 2013

ESE BESO



Pido que alguien me explique ese beso.
Que alguien me desentrañe el contenido
de ese beso con el tiempo marcado
entre las once y la una de cada noche.
Hasta mañana, ella. Hasta mañana, él.
Y un roce de mejillas, de labios casi nunca.
No sabré, si nadie me lo explica,
si se deja atrás el hoy o se convoca el mañana.
La almohada después.
con ramos de besos, de bocas, de melenas enredadas.
y muertes agazapadas,
muertes como icebergs recostados.
Hasta mañana. Y el beso inexplicado, inexplicable.
Las sábanas,
donde la anarquía de los cuerpos,
donde las piernas buscadas,
donde el sexo anudado,
donde fuimos sudor
y ahora frío, sólo frío.
¿Y por qué hasta mañana?
¿Para qué hasta mañana?
¿Alguien me explica si es un deseo
o la constatación horaria de un reloj multiuso?
No quiero el mañana
como una nostalgia del ayer.
Sólo somos costumbre. Tú y yo sólo costumbre,
rutina de calendario
con meses vencidos que se tiran
porque ya no nos sirven los recuerdos.
El cansancio que nadie me explica
se nota en el beso descolgado,
el beso sin sangre, deshuesado,
sin cielo en la boca,
sin dientes que muerdan
el fruto inguinal de la sorpresa.
 Somos olvidos paralelos
que nunca encontrarán la intersección
de sus calles sin balcones, sin aceras,
calles sin perros que pronostican
presencias con vida entre los huesos.
No quiero explicaciones
porque tengo las manos llenas de lunas falsas,
de sombras en relieve.
Vamos a darnos el beso de esta noche
sin que nadie me aclare por qué se parece
a un pañuelo negro,

a un agujero infinito.

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