miércoles, 21 de agosto de 2013



MENDIGO

No era un hombre.
Nadie sabía si era un hombre.
El no sabía si era un hombre.
Se definía como un montón de olvidos
con un cartón de vino
para poder seguir siendo
un montón de olvidos.
No soñaba. Dormía
abrazando soledades
y un cartón de tinto.
Estaba lleno de miradas,
de desprecios, de caridad suplente de justicia.
Conciencia de vómito
que nadie recogía
porque es contagiosa la miseria
y los mendigos huelen
a sótano sin ventanas,
sin lunas y sin aire
que son propiedad privada
de trajes  Corte Inglés.
No era un hombre. O sí.
Nadie sabía si era un hombre
porque era conveniente que no lo fuera.
El no sabía si era un hombre.
O era el único en saberlo,
Pero no le daba importancia.
Besó, como siempre besaba,
su cartón de vino tinto,
amigo, compañero,
que tampoco tenía claro
si le preocupaba a alguien
el  oscuro color
de su piel de vino.

No hay comentarios: