miércoles, 24 de julio de 2013

ROCE TU SANGRE


Rocé tu sangre
durante el último camino.
Llevo los pies mojados de recuerdos,
de huellas tatuadas
en la espalda de la ausencia.
Ensartados tus labios, beso a beso,
con un olvido grabado en los bolsillos.
Las manos cuajadas de trozos del ayer,
de horas rotas, de añicos de tu piel.
Rocé tu sangre. Surgieron
esquirlas de tu cintura
abrazada, ceñida, circunvalada
de puentes de piel colgante,
de yedras nostálgicas de fusión y contacto.
Cuerpo a cuerpo,
este brillo de lenguas que se tocan
hasta escalar el aliento.
Quiero instalarme en tus ojos,
a la sombra de tus pestañas menguantes.
Y apoyado en tus párpados, dormir
el cansancio infinito
de esta sangre peregrina
que persigue tu sangre
para hacer de la muerte

el último amor, el último.

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