jueves, 2 de mayo de 2013


EL CAMINO


La vida es un camino a lo largo del cual vas perdiendo el corazón. Un accidente de tráfico, un cáncer, un infarto. Y cuando sientas en las aceras tu cansancio, te das cuenta de que te queda menos alma, menos arraigo, menos raíces. De que el padre, la madre, el amigo, el vecino que te regalaba los buenos días envueltos en sonrisas… Que todo se ha ido perdiendo por las tuberías del tiempo, por las cloacas de la existencia.

Recuerdo aquel despertar. Nos brotó la conciencia de existir. Se nos puso de pie la vida y miramos al mundo por encima de la alegría. Teníamos derechos. Tuvimos que tocarlos como se toca la carne-novia cuando ya no nos niega el primer beso. Se nos cambió la piel. Nos dolía el vientre de reptar aplastados por la obediencia a sables y botas militares. Y ahora éramos ciudadanos, con obligaciones, con derechos, con tribunales de apelación, con reuniones bendecidas, con enfermedades contempladas sin que nadie te pidiera el carnet de yugos y flechas, con jarchas que anunciaban libertades sin iras, con pensiones porque envejecer era un mérito, con derecho a amar al otro fuera quien fuera el otro. Nos empeñamos en crear el futuro. Africa no empezaba en los Pirineos. Nacíamos en nosotros mismos y éramos Europa, como negocio primero, como unión luego, como negocio siempre. Pero estábamos cómodos en el club de los mercaderes, con eso que llaman euro, prima de riesgo baja, déficit llevadero, mercados donde nos instalábamos para quedarnos a vivir el resto de nuestras vidas y hasta que Angela Merkel nos separe.

Dicen que vivimos por encima de nuestras posibilidades. Tenían razón. Trabajábamos sólo para una hipoteca a treinta años vista. Tomábamos una caña los domingos. Nos apretaba la corbata hasta ahogarnos porque la corbata era un regalo del banco como una cláusula más de la hipoteca. Le gritábamos al árbitro los domingos por la tarde. Diez días junto al mar con el hermano, la cuñada, la suegra y los niños. Casi durmiendo por turnos pero si entre todos se pagaba el apartamento de cuarenta metros, todos tenía derecho al mismo tiempo de reloj para el baño. Y vuelta al traje de rebajas, al andamio con piropo a las once, al taxi diez y ocho horas porque la hipoteca apretaba hasta la hipoxia casi.
Un día se nos hundieron las casas. Resulta que constituían una burbuja. Habíamos vivido en una burbuja militar durante muchos años y ahora resulta que  vivíamos en otra de ladrillo, pero burbuja al fin y al cabo. “Qué felices seremos los dos viviendo en mi casita de papel” Pero se nos derrumbó la casa grande y todavía estamos masticando escombros. Y como un reloj impertinente alguien nos repetía que era todo la consecuencia de “haber vivido por encima de nuestras posibilidades”

Crisis que no existía porque Zapatero no quería verla. Crisis para Mariano Rajoy porque le urgía tenerla para implantar lo que siempre había soñado desde que Aznar lo parió en su dedo como fruto onanístico de sucesión. Era estupenda la crisis. Podría vender la sanidad, sustraer la silla de ruedas a los dependientes, relegar la enseñanza al redil de los ricos, hacer una justicia para poderosos para que las cárceles se llenaran sólo de pobres, rebajar las pensiones para que el júbilo de ser viejo se convirtiera en amargura de ser viejo, en desahuciar a los deudores y cambiarles el techo por un puente, por un cajero de Bankia rescatada, derogar los derechos laborales para que los trabajadores sientan el miedo del patrón látigo en mano y quede claro quién es quién, y como prueba mostrar las colas de INEM como un hospicio de siete millones de seres abandonados a la puerta del asco. Y Gallardón se pasaba las noches dictando carnets de ser mujer como Dios y Rouco mandan. Y Fátima peregrinaba hasta el Rocío a dar vivas a la Virgen torera que nos echaba un capote y Wert  españolizaba el cava haciendo sidra con una gaita dentro.

Estamos en el camino. Con la mitad de la vida ya perdida. Con la otra mitad perdiéndola a chorros. Nos moriremos mañana a las diez y cuarto sin saber exactamente si alguna vez hemos vivido.

1 comentario:

Arisenag dijo...

Al menos .. no moriremos callados.. Lástima que hagan oídos sordos al clamor popular!! ..

Un enorme y cálido abrazo