domingo, 2 de diciembre de 2012


LA PIEL DE LA PALABRA





Busco el término exacto
para decirte lo que sólo la palabra dice.
Busco un término gris,
indeformable, de acero
que almacene en su vientre el término concreto.
Expulso de la boca a la Real Academia
de antónimos, sinónimos.
Quiero el término exacto,
que sólo a ti te diga
lo que quiero decirte
en el silencio espeso
del nombre no encontrado.
La palabra busco
desnuda, en carne viva
como la última noche
de amor en el portal.
Palabra con aristas,
si hacen falta,
de colores austeros
para que no confundas el canto de los pájaros.
La palabra busco
despojada de lunas,
tan sólo iluminadas
por rectas absolutas
de pura arquitectura.
Llevo tiempo excavando,
dejándome las uñas
en esta tierra seca,
persiguiendo raíces
de aire sopesado,
de gramos concretos
 sin más peso
de cantidad estricta
que precisa una palabra.
Pero tal vez renuncie,
sitiado de cansancio,
ante la piel imposible
erizada de púas
que recubren la carne
del viento y la palabra.
Reniego a la distancia,
al camino y al mar,
a la austeridad desértica
del término exacto.
Regresaré vencido
a besarte los ojos,
a rozarte los labios,
a olvidarme en tu vientre
de la palabra oscura
que busqué tantas veces.


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