lunes, 8 de agosto de 2011

DIOS, ENTUSIASTA DEL HOMBRE.

La Iglesia es un estado teocrático y absolutista, reliquia casi única en compañía de algunas dictaduras infames. La tendencia histórica ha sido el tránsito de las monarquías a las democracias. Pero la Jerarquía eclesiástica ha permanecido inmutable en sus esquemas. Su enseñanza parte de la base de que Dios lo ha decidido así y el hombre no debe rebelarse contra su voluntad.

Hay sin embargo una asimetría entre el evangelio y la realidad. Pedro está situado en la base y sobre esa piedra se edifica la Iglesia. Con el paso del tiempo, la estructura se ha invertido. El Papa es la cumbre y sometida a él figura entera la Iglesia. Pedro era la raíz que vivificaba a los hermanos y los confirmaba en la fe. El Papa es el jefe supremo que manda en los súbditos. Importante y vital cambio de concepción, con las consecuencias de convertir el cristianismo en cristiandad, con la pérdida de valores que conlleva y el intercambio de una vocación de servicio por la prepotencia que ostenta en la actualidad. El presente no se corresponde con las raíces y por tanto cabe preguntarse: ¿Es la Iglesia de hoy la que quiso Jesús?

Como estado teocrático, la Iglesia se ha dotado de un cuerpo legislativo que encorseta toda iniciativa que no tenga su origen en la autoridad competente. Y ese cuerpo legislativo –dice la jerarquía- está inspirado en la voluntad de Dios. La inferioridad de la mujer con referencia al varón, negándosele el acceso al sacerdocio por ejemplo, implica una discriminación insostenible con la visión gozosa que tiene Dios de la creación y con la universalidad transformadora del evangelio.

La Iglesia proclama que todo en su seno es gracia, donación por tanto, gratuidad por tanto, benevolencia por tanto. ¿Pero puede ser algo graciosamente dado y normativizado por ley de forma simultánea? ¿Si el celibato sacerdotal es un don, por qué al mismo tiempo debe imponerse por ley? ¿Si una comunidad cristiana es Iglesia, cómo su Obispo, el primus inter pares (primero entre iguales), es nombrado por la autoridad suprema y no es elegido entre los hermanos? ¿Por qué la virginidad es elogiada como una categoría superior al sexo si el dinamismo de la especie está ligado a la procreación y no a la abstención? El sexo, concebido como una concesión a la miseria humana, remite al hombre a una categoría innombrable. El sexo no es una actividad animal, sino que hombres y animales ejercen el sexo como vínculo de unidad con el mundo en su globalidad.

Cuando todo está legislado por una autoridad suprema e indiscutible, convertimos al hombre en un dato, simplemente un dato cerrado sobre sí mismo, hueco de grandeza, vacío de misterio. Lo decapitamos como intérprete de la creación, como hacedor de la historia, como matemática inmutable.

Esta actitud hermética de la Iglesia es la causa de la lejanía que la humanidad secularizada debe guardar con respecto a ella. El hombre es apertura, iniciativa, creación. Y debe alejarse de dictaduras existenciales que le cierran el camino hacia la plenitud de sí mismo. Dios no puede ser opción e imposición al mismo tiempo. No puede constituirse en el voto único, negando la decisión brotada de la creación humana. Mientras la Iglesia no comprenda y acepte su propia pobreza ontológica, se moverá en la soberbia y el orgullo de una acaparadora egoísta que suprime dictatorialmente la evolución de futuro al que la humanidad tiene derecho como consumación de sí misma.

Si la Iglesia se empeña en mostrarnos un Dios dictador, habrá que derrocarlo para alcanzar la horizontalidad de una fraternidad generadora de amor.

4 comentarios:

dolmonamor/ María Dolores Amorós dijo...

Verticalidad y mandato absoluto es lo propio de toda dictadura aborrecible.

Jesús hablaba, paseaba, comía con las prostitutas, los pobres, los enfermos...dice el Evangelio. De haber pirámide, Jesús sería la base. Si no, horizontalidad.

Cínica insolencia la de estos mendaces.

Mi cariño para ti y los tuyos, bonico mío.

Abel Ros dijo...

Excelente artículo.
Saludos, Abel Ros

José Miguel dijo...

Como decía un anuncio de antaño: Tú si que sabes, Rafael. Puede uno resultar cansino diciéndote lo maravillosamente bien que expresas tantas cosas. Pero hay que seguir diciéndotelo. Nos haces disfrutar. Un abrazo.

pcjamilena dijo...

La jerarquía de la Iglesia ha tenido tanto poder, por venir éste, de un ser no tangible. Predicado en un Mundo aún no globalizado, ignorante y temeroso. Fácil tarea para convencer y la prueba está, cuando en sus filas existen las que se encuentran discriminadas pero siempre sumisas.
Ellos lucharán por no perder más prebendas. Ojala lo hicieran con el mismo interés por llevar a cabo, lo que se supone, fue un mandato divino: ver a Dios en cualquier ser humano.
Un abrazo amigo.