viernes, 6 de mayo de 2011

NECESITO UN DICTADOR

Este título no corresponde en realidad a lo que yo quiero explicar. Pero es que a veces uno tiene una idea, se abraza a ella, busca su hondura, pero la idea no se desnuda. Y hay que volver a empezar hasta que el amor se hace amor y el amor crea la palabra.

Las elecciones municipales y autonómicas están ahí. BILDU ha hecho su aparición ayer por la noche como si de un trece de Mayo se tratara. El Tribunal Constitucional abre el camino a la presencia de BILDU para que pueda presentarse dentro de la legalidad a las elecciones. Otra cosa había fallado el Supremo. Pero el Constitucional prima sobre el Supremo. Y ahora todos hablan de jueces progresistas y conservadores, de posturas políticas de unos y otros. Todos respetan aunque en realidad nadie respeta la decisión, todos respetan pero nadie está de acuerdo, todos respetan pero todos impugnan, todos aceptan pero nadie acepta.

Los jueces son nombrados como consecuencia de pactos siempre tirantes entre partidos. Este acuerdo no presupone la profanación de la independencia judicial. Pero es comprensible que cada juez, como sujeto consecuente consigo mismo, no pueda ausentarse de su propia personalidad jurídica. La piel es la frontera que mantiene nuestra personalidad sin menoscabo de nuestra trascendencia. A través de esa piel nos unimos al mundo y se interioriza el amor como asunción gozosa del otro.

“El TC ha seguido a rajatabla las indicaciones del Gobierno y específicamente de Rubalcaba, autor intelectual de una comedia cuya primera representación en el Tribunal Supremo no fue más que un espejismo de legalidad y dignidad. Las listas etarras han colado como pretendían Zapatero y Rubalcaba”. Son palabra de Libertad Digital y de su cabeza más visible, Jiménez Losantos.

La Razón advierte de que el pacto antiterrorista se resquebrajará. ”ETA gana, España pierde” es su titular. “El PSOE lleva a ETA a las urnas”, titula la Gaceta.

Todas estas manifestaciones encierran un desprecio por las instituciones que nos dimos allá por el setenta y ocho, cuando empezamos a tener justicia frente a los tribunales de orden público y tribunales sediciosos que eran un eco fiel de los designios de un dictador.

“Demócrata es aquél que acepta las leyes, pero intenta cambiarlas si no está de acuerdo, siempre sin provocaciones violentas. El verdadero demócrata se aviene a razones, no a pasiones, dice con lucidez Arturo González en el periódico PUBLICO.

La derecha de mirada estrávica ve a ETA por todas partes. Es una amante y una necesidad. La rechazan, faltaría más, pero sienten por ella un atractivo. Es la contradicción que encierra siempre el amor-pecado. “Por tenerte conmigo me desespero y si tú te murieras me moriría” que cantan los Chalchaleros. Ejemplos: Rita Barberá: es una vergüenza que el gobierno no impida la entrada de los terroristas n las instituciones. Mayor Oreja: “esta sentencia es el resultado del pacto Gobierno ETA” Aguirre: “El PSOE lo ha querido así”

A esa derecha se le llena la boca de democracia, aunque poco ayudaron en su nacimiento. Les rebosa el estado de derecho. Pero cuando una sentencia no les gusta arremeten contra los pilares de ese estado de derecho sin contemplaciones.

A lo mejor, sólo a lo mejor, se echa en falta un dictador. Los dictadores ahorran el peligro de las decisiones ciudadanas. Ahorran la difícil tarea de pensar. “Lo malo es haber pensado”, decía Ionesco. Suplantar la elección por la imposición. En el fondo siguen la máxima ignaciana: “el que obedece no se equivoca” La conciencia es suplantada por el imperio de la espada. En esa ofrenda al poder personalista de la imposición, el ser humano queda anulado. Para algunos es el gozo supremo. Necesito un dictador que me exima de ser yo mismo.

En la puerta de una la Iglesia (es el mejor sitio para una irreductible derecha) alguien pedía a la vieja España: Necesito un dictador, por amor de Dios.


3 comentarios:

dolmonamor/ María Dolores Amorós dijo...

Amigo Rafael, sabes que comparto totalmente lo tan bellamente expresado.
Se es demócrata o no se es. De serlo, hay que aceptar las decisiones judiciales nos gusten o no.
Y si pensamos que no son acordes con la verdad, debemos luchar para demostrarlo. Lo que no vale es soltar exabruptos sin ton ni son, gritar como clones la misma idea: que el resultado del Tribunal Constitucional es debido a las presiones del Gobierno, y que con ello se demuestra que se está negociando con ETA, incluso apoyándola.
Esta barbaridad sólo puede salir de aquellos que no saben que Montesquieu estableció la divión de los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, para acabar con el poder absoluto, que es el equivalente a cualquier dictadura.
El PP, además de ser la más desleal oposición de los últimos tiempos, se ha convertido en una pandilla de desvergonzados y mentirosos que no pueden superar el fracaso de sus falsedades respecto a la autoría del desgraciado 11-M de 2004.

Un abrazo y mi cariño, amigo mío.

ANRENE dijo...

Dijo Alfonso Guerra "Montesquieu ha muerto". Alfonso, un mindundi lo dijo.Ahora nos quieren hacer ver que las decisiones judiciales del Tribunal Constitucional no son debidas a las presiones del Gobierno a sus jueces, no a los jueces del Tribunal, sino a sus jueces "los puestos por ellos".No han votado al dictado. El Tribunal Constitucional es un Tribunal totalmente político.No hay más remedio que cambiarlo por el bien de la democracia lo antes posible. Por favor,no hemos conocido los diálogos del Presidente de Gobierno con Urkullu. No os pega que con la capacidad intelectual que teneís,al menos reconozcais las cosas.
No hablemos del 11-M. Saludos

nogales dijo...

Como no se llegue a conseguir la creacion o escrupulosa seleccion del jurista apolitico vacunado contra la debilidades de la humana condicion,las interpretaciones de sus sentencias seran reconocidas, manipuladas o protestadas, en coherente actirud por los que de siempre tuvieron la Justicia a su servicio