jueves, 26 de mayo de 2011

INVICTUS

Ha pasado poco tiempo desde las elecciones autonómicas y municipales. El Partido Popular ha llegado a la cumbre de sí mismo. Guardará en su memoria una colección de urnas llenas de votos exigentes. Le hemos permitido una borrachera de placer, un orgasmo democrático. Queda por ver si los electores han llegado a la cima del clímax, es decir, si los elegidos han “cumplido” Ha pasado poco tiempo, es verdad, pero es que el amor es breve como el perfume de una rosa.

Pese a la victoria espléndida del Partido Popular, en todas las tertulias se habla más de la derrota del Partido Socialista. Todos los comentaristas políticos habían predicho con clarividencia absoluta esa derrota. Pero ahora todos se extrañan que haya sido tan aplastante. Y coinciden en un triste diagnóstico: los populares no han ganado por tanto, sino que los socialistas han perdido por mucho.

Creo que en lugar de diagnosticar la etiología que ha llevado a la derrota del PSOE, deberíamos dedicarnos a pedirle a los ganadores que nos expliquen cómo van a llevar adelante las promesas que nos hicieron para ir aliviando nuestro dolor de crisis duradera. No lo hicieron durante la campaña. Ahora es distinto. Ya no tienen nada que ocultarnos porque su estrategia de misterio ya les ha dado sus resultados positivos.

El Partido Popular siempre ha dicho que está en contra de la corrupción. Siempre ha tenido la posibilidad de extirpar la que lleva en sus propias venas. La Comunidad valenciana y parte de la Comunidad de Madrid están infectadas de dirigentes putrefactos que envenenan el clima político. Mariano Rajoy ha callado durante la campaña. Dicen que por estrategia. Es verdad que los electores no han tenido en cuenta esa corrupción y han vuelto a reelegir a los implicados. Pero estoy seguro que si el todavía jefe de la oposición fuera capaz de enfrentarse a tanto amiguito del alma y destronase a los corruptos. se lo agradecerían hasta los propios votantes.

La economía y el paro han sido dos pilares sobre los que el Partido Popular ha montado su campaña. Nos han repetido por activa y pasiva que ellos tenían recetas para subsanar ambos problemas. La OCDE acaba de marcar un plazo de quince años para que el empleo vuelva a ser idéntico al que teníamos en la precrisis. Si el paro depende de la economía, la OCDE está indicando que sólo pasados quince años tendremos una economía mejor que la presente.

Le agradeceríamos todos que el partido ganador nos revelara cuanto antes sus planes para mejorar este panorama. Para esperar quince años no valía la pena cambiar de gobernantes. También los socialistas hubieran sabido esperar. Si los jóvenes que hoy tienen veinte años deben esperar quince para encontrar trabajo, se plantarán en los treinta y cinco. Les dirán entonces que ya son viejos para trabajar.

Necesitamos urgentemente una respuesta. Y sólo el Partido Popular nos la puede dar. Los socialistas tendrán que retirarse a reflexionar. Pero que no se preocupen. Dejan a España en manos de quien quiere y puede solucionar los problemas que por lo visto creó Zapatero sin ayuda ninguna de la crisis financiera mundial.

¿Es xenófobo el Partido Popular? Quiero creer que no. Pero durante la campaña electoral ha permitido que Albiol, engendrado entre Anglada y Enrique de Diego, acompañado por Alicia Sánchez Camacho, haya predicado que no quiere emigrantes rumanos y moros ni en Cataluña, ni en España, ni en Europa, ni en Occidente. Fernández nos ha advertido que aportan a nuestro País enfermedades contagiosas que aquí ya tenemos extinguidas. Ni por estrategia electoral puede un aspirante a Moncloa callar ante el desprecio absoluto hacia personas inmigrantes. Porque primero son personas y la inmigración es una circunstancialidad a la que nos tuvimos que acoger muchos españoles en tiempos de dictadura debido al hambre o a la persecución política. Es cierto que muchos estarán de acuerdo con este desprecio inhumano, pero un Rajoy-presidente-pasado-mañana debe cortar de raíz esta tendencia xenofóbica porque España no puede contagiarse del vómito crápula que mancha a una derecha europea a la que hay que ponerle fronteras de humanidad. Hay que atajar también esta corrupción, más grave a mi parecer, que la dineraria.

Los votos no son palmadas de compañerismo. Son exigencias con derecho a respuesta, incluso para aquellos que votaron a otras opciones políticas.







2 comentarios:

pcjamilena dijo...

Esta vez Rafael, sus profundas reflexiones fotografiando, de manera diáfana los últimos tiempos vividos entre los “dos partidos”, contendientes y aspirantes al poder absoluto. -los demás quedan fuera de foto-.Son para tenerlas muy presentes.Tambien las declaraciones del obispo de Córdoba, que ha recibido la victoria del pp., “como signos de cambio de época”. Es lógico que la Iglesia añore tiempos pasados.
Así que, ¡desde ya! Ha recibir con los brazos abiertos la extirpación de la corrupción, xenofobia… y, quitado Zapatero de en medio, a esperar que se produzca la cima del clímax para cada uno..
Un abrazo y como estoy en feria, le llamaré ¡Torero!

dolmonamor/ María Dolores Amorós dijo...

Amigo mío, también como tú espero yo la solución por parte del PP. Y no sólo la espero, la exijo. Para eso son los ganadores non plus ultra.

Ahora bien, en mi tierra, el consller Blasco (que parece que manda mucho) ya ha adelantado el dichoso "copago", que no hace demasiado reivindicó en Murcia su presidente, Valcarcel, en presencia de un señor que dice llamarse Rajoy. Aquí también calló, igualito que en Cataluña en relación a los inmigrantes.

Un beso, bonico.