sábado, 30 de abril de 2011

Dios está como los toros:
Acechando el pie, embistiendo,
mientras el hombre naufraga
en su muerte desde el tiempo.

Tengo los ojos tapados
con un antiguo cemento.
Nací y morí en el instante
en que Dios se puso en medio.

Porque defiendo mi sangre,
porque no rindo mi aliento,
voy por la plaza del mundo
condecorado de miedo.

Que se entere Dios: no grito
por menos hombre y por menos
audacia. Quiero tener
conciencia de que estoy siendo.

1 comentario:

dolmonamor/ María Dolores Amorós dijo...

Preciosa copla de reafirmación del SER humano.
Todo el existencialismo desnudamente expuesto en estos dieciséis hermosos versos.

Rafael, insigne poeta y filósofo, único en estos tiempos. Provocador de conciencias adormecidas de su propia yoidad. Dulce delatador de injusticias atenazantes y entumecedoras de almas luchadoras.
Tú, Rafael, con tu mágica muleta, logras sortear las indignas humillaciones que doblan las rodillas del humano perezoso y permisivo.
Tú, Rafael, eres nuestra conciencia íntegra y decente.

Va por ti, Rafael.

Un beso con mi cariño.