viernes, 6 de agosto de 2010

¿QUIEN ME REGALA UNA GUERRA?

Necesito una guerra. Como entonces. Allá por el treinta y seis. Con su dolor y sus muertos. Sus tapias y sus cunetas. Un olvido de piedra resistiendo las cornadas del tiempo. Muchos hijos sin padres. Muchos padres sin hijos. Federicos por alhambras morenas de verdes lunas. Tuberculosis para migueles amamantados con nanas de cebollas. Madres con llanto estéril entre las piernas. Niños que nunca fueron hombres por una bala certera. Necesito una guerra. Como entonces. Cuanto antes. Con paseillos para encontrar la muerte en los amaneceres de Granada, de Burgos, de Sevilla. Quiero Guernicas calientes. Curas dispensando resignación y promesas de cielos con querubines azules. Obispos imponiendo penitencias de muerte a los que cometieron el pecado de ser republicanos. Previsiones de pensamiento ahorcado para cuarenta años por lo menos. Por lo menos garantías de que nadie disfrute libertad durante mucho tiempo. Hasta que se consume la basílica en los montes madrileños y descanse en su gloria el cruzado bajo el palio de una indulgencia urbi et orbi. Paccellis, Gomás, Seguras, Guerras-Campos. Orlas con título de cruzada para colgar en los jardines del Pardo. Trincheras exorcistas de comunismos ateos. Y montes, muchos montes de Sagrados Corazones para consagrar la España grande y libre.

Necesito una guerra. Como entonces. Me la aconseja Ignacio Sánchez Cámara, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Coruña. Asegura que hay que cambiar al Gobierno por ilegítimo, porque “ha roto la concordia y con ella la posibilidad de la convivencia y de la legitimidad democráticas” Esa ilegitimidad equivale a la representada por la Segunda República ante la que no cupo otro remedio que la Guerra Civil. “La República nunca llegó a ser un régimen legítimo”, insiste. “Aún suponiendo que lo hubiera sido en la primera hora, desde luego pronto dejó de serlo, como muy tarde en 1934” Por eso el debate sobre si la Guerra Civil pudo ser evitada es “ocioso” El camino tomado en 1931 y, sobre todo, en 1934, conducía a ella a menos que se rectificara el rumbo y se restaurara la concordia” “El problema del socialismo es que su doctrina del poder le hace incompatible con el principio de la legitimidad democrática. De ahí la tentación revolucionaria, es decir, totalitaria, que siempre padece el socialismo” “Renegar de la Transición y reivindicar la legitimidad de la Segunda República”, es una “terrible irresponsabilidad” porque rompe “la concordia” y destruye “las posibilidades de convivencia y de legitimidad democráticas” A Sánchez Cámara le acompaña en esta visión pro-guerra civil Benigno Pendás, ambos incrustados en la Asociación de Propagandistas Católicos y contertulios de la COPE, presidida, bendecida y chorreada de agua bendita por Rouco Varela.

Necesito una guerra. Como entonces. Con su dolor y sus muertos, sus tapias y sus cunetas. Cuando nos sobraban Francos y Yagües, Queipos y Moscardós

Ahora sólo tenemos, porque viven y perviven, muchos Gutiérrez Mellado. Pequeñitos, con su bigote blanco, pero verticales frente a pistolas negras y charoles de Tejeros apóstatas. Una Ministra firme como un ciprés. Carmen se llama y nació de las urnas y los votos. Parió el pueblo un gobierno socialista. Alumbramiento buscado y deseado como un hijo. Hasta que el pueblo-padre-madre quiera. Sobran sindicatos del crimen, camisas azules, correajes. Hemos descabalgado a los Sánchez Cámaras y Pendás, a Roncos y Martínez Camino. Están en almacenes acompañando a caudillos destronados, envueltos en crespones negros y nostalgias.

Ya nadie regala guerras. Claveles, sólo claveles, suplantando fusiles enterrados.


5 comentarios:

Jesús Sanz Rioja dijo...

He leido el articulo de don Ignacio. De el no se infiere que al autor le gusten las guerras, ni se muestra contento con que estallara aquella. Es una opinion critica sobre la II Republica y el actual gobierno, menos esperpentica, desde luego, que su vision (de usted) del bando franquista.

(Escribo con un teclado sin acentos, usted disculpara)

Quimi dijo...

Magnífica entrada. Como siempre magistral.

Edelmino Pagüero dijo...

Saludos, don Rafael. Me ha gustado su artículo.

Queralt. dijo...

Las risitas del comentario anterior (en tu entrada sobre el "coche subversivo"), se han desvanecido de repente, y no sólo por lo que nos dices y por lo que tus palabras me remueven sino, tristemente, también por la poca capacidad de algunas personas para sentir empatía y la escasa sensibilidad para la concordia. Y lo digo por la "frialdad" del primer comentario. Ya sabemos que todos no pensamos igual y que todos no tenemos la misma visión de la vida pero, en una situación como la que estamos viviendo y, sobre todo, para apartar de una vez por todas a los salvapatrias que justifican lo injustificable, debería quedar claro para siempre, que hacer un análisis sobre aquellos sucesos de una forma tan ¿partidista? y nada aséptica como hace tu colega, es casi apología del terrorísmo. Y así lo digo, aunque sé que es muy fuerte. Porque, terrorismo es lo que hicieron "con nosotros" durante cuarenta años con cada uno de sus días y por lo tanto, apología del terrorismo es justificar algo tan ilegítimo y antidemocrático como arrebatarle a un pueblo el gobierno elegido en las urnas. Y mira, a pesar de todo, estoy de acuerdo con el señor Señor Sánchez Cámara cuando dice: "Y no hay pecado social y político mayor que el que cometen quienes contribuyen a la destrucción de la concordia" porque a mi parecer, es muy cierto lo que dice aunque, paradógicamente, con toda su visión filosófica de la vida, no es capaz de darse cuenta de lo que dicen sus palabras realmente... ¿o sí?
En fin, son uno más (tanto tu colega como el autor del primer comentario)en la fauna ibérica, querido Rafael, una fauna diversa y rica en la que todos aportamos nuestra peculiaridad y, lamentablemente, también la fría y sucia crueldad.

Queralt.

Queralt. dijo...
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