martes, 2 de marzo de 2010

IGLESIA COMERCIAL

El periódico PUBLICO asegura en su edición del 1 de Marzo que se ha celebrado un encuentro “breve, discreto y amable” entre el Presidente del Gobierno español y el Presidente Rouco Varela.

El presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, se ha comprometido a no criticar públicamente al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. En mitad de la ofensiva de los obispos contra el Ejecutivo socialista a cuenta de la reforma de la Ley del Aborto, mostró su disposición a "bajar el diapasón" de su enfrentamiento contra el Gobierno, una vez concluida la polémica suscitada, y las amenazas de excomunión vertidas por el portavoz de los Obispos, Juan Antonio Martínez Camino, a los políticos católicos que apoyaron la nueva ley.

El Papa visitará Madrid en 2.011 con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud. Una visita papal encierra siempre enormes gastos de preparación y logística de los que se hará cargo el Estado español. Es triste decirlo, pero al fin y al cabo, el Papa es un Jefe de Estado y como a tal hay que recibirle, garantizando su seguridad y cumpliendo con todo el protocolo requerido.

Cada vez que Martínez Camino convoca a una rueda de prensa es para anatematizar al Gobierno socialista, al Parlamento español y condenar la legislación emanada de la soberanía del pueblo radicada en las Cortes Generales y amparadas por la Constitución de un país aconfesional. Ignora este Obispo con ínfulas de inquisidor que Cristo no es parlamentario, que Guerra Campos y Cantero Cuadrado desaparecieron con Franco, que no resuena en la Carrera de San Jerónimo el murmullo del muaré episcopal. Olvida que la legislación por la que se rige la ciudadanía no surge del derecho canónico ni siquiera tiene que estar en consonancia con él. Muy al contrario, España se ha modernizado y ha cambiado su concepto del devenir cuando abandonó ese sujetador insoportable que atenazaba la expansión de las conciencias y oprimía las libertades. Con esas libertades recuperadas, se puede ser católico, pero se puede no serlo sin menoscabo de ningún otro derecho. La asistencia a misa no equivale, como en otros tiempos, para alcanzar privilegios o recomendaciones que a otros les eran negados.

Monseñor Martínez Camino debe tomarse un descanso en sus condenas porque a cambio vamos a correr con unos gastos que nos ocasionará la visita del Jefe de Estado Vaticano. Lo ha prometido el Presidente Rouco al Presidente Zapatero.

¿Es posible que a cambio de cubrir la logística que implica la visita papal, la Jerarquía de la Iglesia renuncie a lo que hasta hace unos días era postura “contra la ley positiva y el derecho natural”? ¿De verdad que serán más sabrosas las lentejas ofrecidas por el Presidente del Gobierno que la verdad tan machaconamente proclamada por excesivamente poseída? ¿Por qué esta absolución generosamente impartida sobre los parlamentarios católicos que han votado y promulgado leyes que asesinan, como el aborto, o permisiones contra natura, como el matrimonio homosexual?

España o es cristiana o deja de ser España. Lo proclama el Príncipe Cañizares y el descatalogado Aznar. Esta visión seguirá teniendo vigencia después de la visita papal. Por ahora se abre un paréntesis: España puede ser cualquier cosa porque se hace cargo de unos gastos bendecidos por el Cardenal Presidente.

Martínez Camino acompañado de Aznar disfrutará de unas vacaciones pagadas por bien merecidas.

2 comentarios:

Rovirosa dijo...

Estimado Rafael ( Fernando ):

No tenga usted tanta pena de que el estado español al que usted contribuye en la medida de sus posibles para el sostenimiento de variados gastos, inversiones , servicios y contubernios, se gaste los cuartos ( sus cuartos, los míos, los de todos o, para ser exactos, los de casi todos) en atender en debida forma a un Papa por el mero hecho de ser jefe de un estado soberano.

Como usted y yo sabemos el Papa es algo más que el jefe del estado Vaticano, minúsculo ente independiente donde los "hayga" , fruto del áspero y tosco entendimiento que el otrora Papa Pío ( creo recordar) tuvo con el ocurrente Benito Mussolini, prócer italiano de infausta memoria y doloroso recuerdo ( para muchos, para algunos, para todos, para nadie).

Pocos jefes de estado ( tal vez ninguno) pueda alegar ante nuestras instituciones , la existencia de un ascendente moral, histórico, cultural y social sobre la población española entre la que nos encontramos usted y yo.

He examinado con detenimiento la fotografía que con tanto atrevimiento usted se permite mostrar y creo adivinarle una edad lo suficientemente longeva como para verle escuchando , o tal vez diciendo, latines. Tiene usted esa edad en la que tal vez le sea familiar el item missa est, el rosario radiofónico, el reporte del nodo antes de empezar una película o la leve inclinación ante el paso de la autoridad, siendo ésta, en ocasiones, pintada en forma de tosco y benemérito semblante, correajes recios, tricornio sobrio, bigote reglamentario y además paleto , torpe y aldeano.

Tiene usted, también , edad y aspecto de haber jurado una bandera, nuestra bandera, pero no la de todos. Esa bandera amarilla y "encarnada" que con la histórica y bién justificada ( demasiado justificada) águila de San Juán, generaciones de españoles y españolitos, vascos, vasquitos, manchegos, mancheguitos, andaluces/itos, gallegos/itos y señores, señoritos, juraron defender hasta la última gota de su sangre del enemigo. Ese enemmigo, cruel, amenazador y despiadado que cual cómodo comodín ( o comod-ito) estaba siempre a mano para meternos a todos en cualquier desaguisado.... (sigue en el siguiente comentario)

Rovirosa dijo...

( continuación del anterior comentario) ...Usted no juró mi bandera. Juró la "otra " bandera. No la republicana pero tampoco la de la concordia, la libertad y la del libérrimo pensamiento hedonista.

Pero yendo al fondo del artículo que ha puesto para el disfrute de todos sus lectores,he de decirle y precisarle algunas cosas que ha escrito. Dice usted con grande y evidente error que España, de acuerdo con su Constitución, esa Constitución que nos hemos dado, o que nos han dado, o que nos hemos fabricado ( o nos han fabricado) para la mayor gloria de España, conforma la forma política de un estado que según usted, es aconfesional.

Debo reconocer que tiempo ha que no ojeo el texto de nuestra Constitución y ha sido la lectura de su interesante artículo una excelente excusa para desempolvar ese sobrio folleto que hace ya años, muchos años, alguien me entregó. Y noto con sorpresa que, ciertamente, y a pesar no solo del tiempo transcurrido , sino de toda la intoxicación que del contenido de la Carta Magna se ha hecho, que conservo grabada en mi memoria los rudimentos de los principios constitucionales.

Así pues, le ruego me haga la merced de releer ese texto constitucional y me mire a ver si nuestro estado, lejos , muy lejos, de ser laico, es un estado aconfesional.

Ya, ya se que usted nada habló de laicismo y que dijo bién lo de aconfesional pero leyendo el resto de su artículo parece que me encuentro ante otro artículo de otro bloguero que confunde el significado de aconfesional con el de laico. Y son éstos tiempos turbios, oscuros y perturbadores como para dejar pasar estos importantisimos matices de largo como quien no quiere la cosa.

En cuanto a las leyes, emanadas o no de un pueblo soberano, o que más bién se cree soberano , o que más bién y para precisar es soberano en la medida que el pastoreo de sus políticos se lo permite, son criticables y, por supuesto, condenables.

Le ruego me haga también la merced de no convertir en dogmas esas leyes, fechas por el hombre, votadas por el hombre y sometidas al criterio de un populacho ávido de protagonismo y que pese a todo no se siente protagonista de nada.

La propia esencia de la democracia solo nos puede llevar a considerar que las verdades no se votan. Las verdades ni siquiera se enuncian.Las verdades, ni siquiera se negocian.

Veo que uste confian en abundancia en el buen criterio de sus semejantes y he de decirle que es una grán bendición semejante ingenuidad porque en ésta no puede haber maldad, malicia sino, como mucho, impericia.

Yo, personalmente , no me siento más cómodo con una ley que goza de la confianza de mis semejantes. ( Hubo, hay, leyes igualmente democráticas que condenaban , condenan, al reo de severo delito a la muerte más sórdida ideada por el hombre.

Hay muy democráticas leyes que abominan de la verdad, de la justicia. Dejemos el dogma para los clérigos y seamos razonables en nuestro discurso, estimado Rafael.