jueves, 8 de enero de 2009

AZNAR DESCAJONADO


No me he tomado la molestia de verificar la ortodoxia del término: pero significa, para entendernos, apeado del cajón donde suben los campeones para recibir la medalla que premia su valor, su categoría, su esfuerzo y su capacidad. Bush, en la terminal de la historia, ha concedido la Medalla Presidencial de la Libertad a Tony Blair, Alvaro Uribe y John Howard, primer ministro australiano, como principales aliados internacionales por sus esfuerzos en la lucha contra el terrorismo y la defensa de la democracia, los derechos humanos y la paz en el mundo.

Se ha olvidado de José María Aznar, el amigo indultado por correr más distancia en menos tiempo que el todopoderoso Presidente. El facultado para poner los pies encima de la mesa del despacho oval, para fumar un habano tal vez incautado al perverso Fidel, el que permitió que los vuelos de la Cía mancharan el cielo español, el de la foto en las Azores con su mechón entre las cejas, el que contra la voluntad del pueblo español llevó tropas a la guerra de Irak para sacar a España del rincón de la historia. “Nunca me he arrepentido de mandar las tropas”. “Me arrepentiría de no haberlo hecho. Lo fácil es buscar excusas, lo difícil, cumplir con el deber. Hice lo que mi sentido de la responsabilidad me pedía”, argumenta. Bush ha descajonado a Aznar. Caprichos de emperadores.
Pero D. José María es consciente de que no existe sin Bush. Por eso le sigue calificando de “gran estadista” que está viviendo la “hora de la ingratitud” porque “los pueblos son siempre desagradecidos” Al Bush despeñado de la historia se une, por necesidad de supervivencia, el despeñado José María Aznar. D. José María -él lo sabe- debe acostumbrarse a la nada, aunque se resista a ella. La nada política, intelectual, de la desmemoria. La nada-del-sólo-ganar-dinero. La nada-más-triste-del-tener. Tal vez el suicidio histórico al lado del matarife George dignifique su propia existencia. No es consciente de que la mediocridad desposada con la podredumbre no puede alumbrar más que hediondez residual.
Para el ex presidente la política es simplemente antiterrorismo. El mundo, no se cansa de repetirlo, es mejor sin Sadam. ¿Y sin ciento de miles de iraquíes muertos? ¿Y con miles de huérfanos, viudas, bocas hambrientas, familias descuartizadas, país arrasado, sometido a torturas inhumanas y denigrantes, sin un futuro inmediato de bienestar y estima en el conjunto de países? ¿Valió la pena mentir a la ciudadanía española exigiéndole fe en la existencia de armas de destrucción masiva, tachando de amantes del dictador Sadam a quien no estaba al lado de los destructores Bush-Aznar?
Aznar no está arrepentido. Cumplió con su deber de invasor. Hoy no merece estar en el podio. No ha acumulado categoría suficiente para recibir el triste honor de ser condecorado por hechos delictivos. Aznar ha sido descajonado. No se le ha reconocido su miserable complicidad. Son caprichos, sólo caprichos de los emperadores.


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