martes, 2 de diciembre de 2008

Si tuviera tus manos, si tuviera
tu boca estremecida y entregada.
Si tuviera tu sombra iluminada,
si tuviera tu cuerpo, si tuviera…

Recorro la esperanza hasta la espera,
la ausencia indeseable y deseada.
No estoy y estoy en cada encrucijada,
olvidado en la esquina de tu acera.

Desde tu vientre voy hasta tu vientre.
Peregrino del muslo a la cadera
hacia la rosa azul de la alegría.

Allí quiero hospedarme hasta que encuentre
la constancia de alguna primavera
o la espalda de la melancolía.

No hay comentarios: