lunes, 13 de octubre de 2008

VENID A MI

De los políticos deben interesarnos esfuerzos por mejorar lo cosa pública. Como administren sus vidas privadas queda para su propia intimidad. Y esto es, al parecer, lo que se ha quebrado en la campaña por la alcaldía de Madrid. Miguel Sebastián, aspirante por el partido socialista, preguntó a Gallardón por su relación “profesional” con Monserrat Curella, imputada en la operación Malaya y actualmente en libertad bajo fianza. Y D. Alberto se ofendió hasta límites insospechados, argumentando que nadie debe entrometerse en su intimidad ni en la privacidad de su vida personal. Y bajo este pretexto dejó de responder la pregunta que le habían formulado.

La mayoría de los comentaristas políticos se han puesto de parte del Sr. Gallardón respaldando los argumentos dados por él. Sin tomar partido de forma dogmática y manteniendo las dudas que surgen al ver el número de adeptos de todas las ideologías que apoyan a Gallardón (por ejemplo Joaquín Leguina), uno se pregunta si no estamos asistiendo a un acto de pura hipocresía y escudándonos en una vida privada por la que en realidad no se preguntó para no responder por una cuestión pública que podría afectar a la vida de los madrileños.

Y aparece Mariano Rajoy defendiendo al candidato popular. “Nosotros no somos como ellos” argumenta Rajoy. En consecuencia todos los que hayan sentido vergüenza por la pregunta formulada tienen un puesto en el Partido Popular y serán bienvenidos a él. La actitud de Miguel Sebastián, dice el jefe de la oposición, demuestra cuál es en realidad el talante del Sr. Zapatero y del socialismo.

Miguel Sebastián no acusó. Simplemente preguntó. Y el matiz hay que tenerlo en cuenta. Porque estamos acostumbrados a escuchar, precisamente de boca de Rajoy, tremendas acusaciones, acusaciones formales, nunca demostradas, pero formuladas como verdades no discutibles. Se acusa al Presidente del Gobierno de haber traicionado a los muertos, de balcanizar España, de apoyar a ETA, de entregar en manos de los terroristas el estado de derecho, de ceder al chantaje, de poner en venta Navarra, de estar de rodillas ante las pistolas, de amparar la mafia etarra, de estar detrás del 11-M para llegar a la Moncloa. Y así podríamos seguir hasta el asco y la saciedad. Se trata de una propuesta realmente cínica y Mariano Rajoy debería sentir vergüenza de hacerla si mira de paso a Zaplana y a Acebes a los que tan cerca tiene.

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