lunes, 13 de octubre de 2008

QUEDA LA PALABRA

Fue allá por Marzo. Cuando la primavera. La ciudadanía creyó. Todos los partidos políticos, menos el PP. evidentemente, apoyaron la decisión y el gobierno se puso a andar tras la pancarta de la palabra recibida y otorgada. Apoyados unos en otros. Soñando un futuro sin pistolas. De espaldas a la sangre. Cosechando bombas de rosas y cañones recortados de claveles. Costaba soñar. Era duro comentarle a nuestros muertos que a lo mejor podíamos llegar a la paz que ellos nunca tuvieron. Que en su nombre la queríamos plantar para adornar sus tumbas. Para que nuestros hijos se pudieran llamar Miguel Angel o Tomás sin que nadie les fusilara los nombres.

Todos nos pusimos a caminar detrás de la palabra. Menos el Partido Popular. Zaplana, acostumbrado a beber en los charcos, como diría Andrés Villena, Acebes, con su mochila de 11-M, Rajoy, presidente en el exilio, Aznar, caudillo irakí y tantos y tantos otros… ETA contra el gobierno. El PP. contra el gobierno. Pero muchos aplaudiendo la palabra, porque la palabra es lo único que nos queda a los que tanto hemos luchado por ella. En el estado de derecho caben los jueces, faltaría más. Caben las fuerzas de seguridad, faltaría más. Pero cambe también y sobre todo LA PALABRA. Ella es el vientre donde se gesta la democracia. Y quien se coloque al margen, no ha entendido nada de lo que pasó el 20 de Noviembre de 1.975. En el régimen dictatorial había jueces. ¿Se acuerdan del TOP? Había fuerzas de seguridad. ¿Se acuerdan de los grises? Pero faltaba la palabra. Y por eso era una dictadura. Y se la perseguía y se la fusilaba al amanecer. Quedan muchos que sólo invocan el músculo del estado, pero nunca se sentaron a hablar con la libertad, alrededor de la palabra. Viven en un estado democrático porque los demás nos hemos empeñado en que así sea. Pero viven comodamente de espaldas a la historia. Les va bien con la negación de todo, demostrando una incapacidad de construir algo positivo.

El 30 de diciembre una bomba nos aplastó a todos. ¿A todos? A algunos les sirvió para hacer de su postura agorera una confirmación de profetas del dolor. Dos muchachos ecuatorianos, venidos a amasar pan bueno, dos inmigrantes de los que tantos aborrecen, se fundieron con nuestras víctimas. También ellos fecundarán nuestra tierra. Y saltó por los aires la palabra. La que nos dieron los terroristas. Nunca la que nosotros pusimos sobre la mesa. Ella está intacta, virginal porque nadie tiene terror suficiente para descerrajarle la nuca. La palabra de los seres libres es fuerte como los cedros que veo desde mi ventana.

Llevamos muchos años luchando contra el terrorismo. Con la justicia de nuestra parte. Con las fuerzas de seguridad de nuestra parte. Con las cárceles de nuestra parte. Tendremos que añadir la palabra. Aunque nos escueza el alma, aunque nos muerda un sentimiento de venganza. Pero estoy convencido que sin ella no fundaremos una paz estable. No pido que nadie me comprenda. Exijo, eso sí, en nombre de mi lucha honrada y sincera, que se callen los zaplanas, los alcaraces, las copes anticristianas y los roucos blasfemos que las amparan. Que no me arranquen la palabra las isabeles, ni las cristinas ni las marías populares y antipopulares. De eso ya se encargan los terroristas.

A lo mejor me muero pronto, lo sé. Que esparzan mis cenizas por las azules ramas de la palabra.


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