viernes, 26 de septiembre de 2008

FRAGA DEVUELVE GALICIA

Uno, que va cumpliendo años, recuerda que alguna vez fue universitario, y que los grises disolvían a los jóvenes que se agrupaban alrededor de una tortilla española. Y Fraga estaba allí. Nunca supe qué ley prohibía besar a la novia en el parque del Oeste, pero me pidieron el carné y me advirtieron que aquello atentaba contra la moral. Y Fraga estaba allí. Y a Carlitos, a mi amigo Carlitos, lo remataron en Somosaguas. Y Fraga estaba allí. Franco murió en Noviembre, el mes en el que no crecen los claveles. Y Fraga estaba allí. Y uno pensaba: a lo mejor los nuevos vientos, los rumores de libertad, el orgullo de nuestro coraje recuperado consiguen…Y Fraga estaba allí. Y de la dictadura pasó a la democracia. A una gran mayoría nos costó sangre, puñetazos, fotocopias. Nos costó hacerla y nos dejamos heridas en las manos. El, con sus zapatones, se plantó casi de repente en un ministerio democrático. Nosotros, los recientemente libres, debíamos caminar por la acera, porque la calle era suya. No fue un regalo del Caudillo. Fue una usurpación indiscutida y por supuesto indiscutible.

Le Cabía el Estado en la cabeza, decían algunos. Con el tiempo sólo le cabe galicia. Y lo siento. Porque este verano quería irme a las rías y comerme unas vieiras. Pero Fraga está en las olas y en las langostas y en los percebes. Te comes una mariscada y te deja regusto a Fraga.

Y últimamente nos lo ha advertido: ESPAÑA ESTA EN PELIGRO. Y me ha crecido el miedo de que aparezca el santiago matamoros y se plante en Madrid para arreglarnos el cuerpo. Y a lo mejor nos prohibe los besos, y la alegría pequeña alrededor de una tortilla española, y se nos imponen las caricias como pecados no recomendable.

Quédese, Sr. Fraga. Confíe en las artimañas de que dispone para ganar las alecciones. Pero no se apropie de las estrellas gallegas, hermosas como mujeres, de las rías huidizas, como zagalas rubicundas. Déjenos a todos lo que es de todos. Y rece no monte do Gozo, ligero de equipaje y dispuesto a hacerse camarada de Santiago. Nosotros, aunque Vd. no se lo crea, nos apañaremos solitos.

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