jueves, 25 de septiembre de 2008

EXHUMACION

La búsqueda de la verdad dignifica al ser humano. Pero el hombre debe ser consciente de que busca la verdad hasta que es encontrado por ella. Ella es la sorpresa definitiva que sólo encontraremos en la muerte. La muerte es así la consagración de la vida. De la verdad no se parte. A ella se llega. Cuando hago de la verdad el argumento de mi discurso estoy atenazándola, haciéndolo mi propiedad y tiranizando con ella todos los alrededores de mi existencia.

A los abogados del juicio 11-M empeñados en la conspiración de ETA como autora, más aún como coautora del gobierno en la masacre de Atocha, se les ha ocurrido, desde la ceguera más absoluta, la necesidad de exhumar los cadáveres para poder comprobar así la existencia de un explosivo que acreditaría la autoría real y no la ficticia que se está atribuyendo a un grupo de islamistas.

Necesitan saber la verdad. Todos necesitamos saber la verdad. Más aún, se nos debieron brindar todos los elementos de juicio desde el primer momento para que de inmediato hubiéramos tenido acceso a esa verdad. Pero Aznar se empeñó en exigir a la ONU que condenara el terrible atentado de ETA. Y exigió de los medios informativos y diplomáticos que se afirmara con rotundidad que el terrorismo etarra estaba detrás de tanto dolor. Y Acebes recibió una información de los medios policiales y nos trasmitió otra. Se fabricó una colosal mentira, una denigrante mentira, y ahora hay que sostenella y no emendalla, aunque para ello haga falta resucitar el dolor de las familias mutiladas.

Hay que demostrar la simbiosis asesina entre el gobierno que surgió de las urnas el 14 de marzo y unos asesinos que llevaron a Zapatero a la Moncloa como afirma ese patán de la política que es Miguel Angel Rodríguez. Alguien nos quiere llevar al fondo de la ciénaga. El Mundo y la COPE con sus talibanes de turno y bajo el silencio cómplice de unos Obispos carentes de categoría humana y moral suficientes para desmarcarse de la parte alícuota de odio que les corresponde, nos convocan cada día a participar de esa orgía de la falsedad que denigra la calidad de búsqueda de la verdad que dignifica al hombre.

Y ahora, cuando la luz que emerge de un estado de derecho, ilumina los caminos del dolor y de la sangre, dice Zaplana que hay que agotar todos las posibilidades. El, acostumbrado a sólo charcos de podredumbre, hermanado con un Acebes miserable, sin dignidad, necrófilo por vocación, y Pujalte y del Burgo y Astarloa y un Rajoy bailarín de marioneta.

Quien tenga decencia que acune a los muertos, nuestros muertos, los de todos. Sobra calor a los bien nacido para besar tanto dolor, para llevarlo en volandas por tanta madrugá de viernes santo.

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