jueves, 25 de septiembre de 2008

ETO ´ O

Me gusta ver un partido de fútbol. Sin apasionamiento. Necesitando que gane el mejor. Ejerciendo un acto de justicia. Distinguiendo el deporte del gran negocio. Desoyendo a los que afirman que el futbolista es el único que gana dinero por pensar con los pies. No. El fútbol necesita control, visión. El juego se argumenta y se ejerce dibujando un ramo de aire, una rosa de los vientos, la cruz de Sur o una Osa Mayor. Ojalá el fútbol fuera sólo esta filigrana.
La sociedad tiene hoy organizados sus mercados de esclavos: los despreciables y despreciados que son explotados como mano de obra barata por famosas firmas comerciales y los admirables y admirados a los que adoran los bancos, se les pagan grandes cantidades por publicidad y se les compra y vende por sumas astronómicas.
El negro subsahariano que llega en patera no nos merece ningún respeto. Es un inmigrante, un ilegal, un posible delincuente, un usurpador del puesto de trabajo que no queremos los españoles. Viene vestido de hambre, con hipotermia de cariño, ahogado en recuerdos y añoranzas.
Al morochito sudamericano le tiembla el charango, le chorrea la chacarera o se le arremolina la zamba mientras pita un chala. Ama la pacha mama, saluda al sol y extiende la mano como quien regala la vida. Pero es un inmigrante al que se le aplican adjetivos irrepetibles por decencia.
En Barajas aterriza un negro o un sudamericano. La prensa lo abarrota todo. Los fotógrafos forman una alfombra. El negro y el sudamericano pasan por la sala de autoridades para hacer la primera aparición. La policía les forma un pasillo para que la afición no moleste. El negro sonríe. El sudamericano sonríe. Suenan los aplausos hasta el mercedes que se pierde camino del hotel de lujo y la suite caprichosa.
No es el color. Es la pobreza la que nos asusta. Es el olor a mar contaminado o el perfume lo que los distingue. Hay inmigrantes ilegales y galácticos rentables. Unos lucharán por un permiso de residencia y un contrato en la fresa de Huelva. A otros se les ofrecerá de inmediato la nacionalidad española. Unos serán perseguidos por la policía y otros llevarán escolta.
El hambre es un desprestigio. El balón de oro un orgullo. Los hombres todavía nos diferenciamos por el olor. Hay una zanja insalvable. Unos cotizan en bolsa. Otros son un lastre económico. Unas gotas de dinero perfuman toda una existencia
Algunos trabajarán hoy como negros para vivir mañana como blancos. Dramático, Samuel Eto ´o. Te aseguro que a muchos se les negará hasta la posibilidad de tan odiosa metamorfosis. Los claveles morenos no pueden aspirar a ser rosas blancas.

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