jueves, 25 de septiembre de 2008

ESQUIZOFRENIA EPISCOPAL

Murió el dictador un 20-N. Pervivieron otros muchos dictadores. Por eso resultó difícil la transición. Exigíamos el paso de súbditos a ciudadanos. Y requirió esfuerzo, empeño, lucha. Se necesitó músculo. Pero lo tuvimos. Habíamos creído en la esperanza y se hizo horizonte entre la niebla de un 20-N.

Pervivieron muchos dictadores. Compañeros del general, comparsas de fajines, socios macabros de cuarenta años de terror, sembradores de balas en las paredes, testigos de muertes honradas. Y sobre el granito, ya para siempre granito de la sierra madrileña, pretendieron sostener la cruz de la sacrosanta cruzada. Funerales de mitras alargadas, de capas pluviales negras y dalmáticas doloridas. Catafalcos de añoranza por el hijo de la Iglesia condecorado de palios sacrílegos. Pero también Tarancón, Iniesta, padre Llanos, Díez Alegría, por las Vallecas-suburbiales. Y hombro a hombro paseamos la libertad por los barrios encalados de Andalucía como una Macarena laica. Elecciones. Constitución. Caminos abiertos para hacernos responsables del destino.

Pervivieron muchos dictadores. Los que todavía hoy prohíben la palabra a Sobrino, Casaldáliga, Küng, Marciano Vidal. Los que beatifican a mártires de un bando en guerra, pero no están interesados en Helder Cámara, en Mons. Romero, en los Ellacurías de todos los días. Los que abren las puertas de las catedrales a los Pinochets de turno, pero clausuran parroquias de Vallecas, chiqueros de perseguidos por las cornadas de la vida. Los que niegan a la mujer un valor en sí misma y le cierran las puertas de un ministerio de la palabra para convertirlas en sirvientas de plancha y almidón, artesanas de pecado y perdición, traductoras de serpientes paradisíacas.

Perviven muchos dictadores monopolizando la verdad absoluta otorgada desde arriba en exclusividad para su explotación comercial a través de las ondas. E invistieron de odio y consagraron pontífice de la infamia a Losantos para que predicara el Apocalipsis de la destrucción a los cuatro vientos. Y estos dictadores, enemigos de la libertad de expresión en la Iglesia, defienden ante la sociedad española y sus instituciones más altas la libertad del resentimiento de unos tertulianos a los que pagan en abundancia y a quienes entronizan como chamanes del esperpento. Entre los teólogos de la liberación y P.J, Amando de Miguel o Nacho Vidal está clara la elección.

Perviven muchos dictadores que siguen disparando a la nuca de la palabra. Y que nadie se defienda de una falsa persecución. Los Obispos, tan dados a ese complejo de martirio ficticio, nunca hubieran imaginado la delicadeza con que serían tratados por un gobierno socialista. Franco, el católico Franco, puso en la frontera a Mons. Añoveros. Ciertos Obispos se niegan ahora a quitar de las fachadas de sus Iglesias inscripciones referentes a los caídos por Dios y por Españas. Hay quien tacha a Zapatero de terrorista y anticristo. Hay quien ha compaginado el generalato con el episcopado. Hay quien exige que se vote falangismo. Hay quien llora sobre el granito, ya para siempre granito, del Valle de los Caídos.

La esquizofrenia mal tratada secuestra la libertad de los hijos de Dios.

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