jueves, 25 de septiembre de 2008

EL PARTIDO CIRCULAR

Al círculo pertenece por definición una oquedad en su interior. En el centro no hay nada. Esto ha sido siempre, y hoy más que nunca, el Partido Popular. Desde su ficticia conversión a partir de Alianza Popular hasta ahora, todos sus líderes se han empeñado en hacernos creer que caminan hacia el centro. Pero nunca lo han encontrado. Por eso hoy como ayer, se han quedado en la periferia.

Teníamos una visión clara de Fraga y Aznar, visión que se ha ido confirmando a lo largo del tiempo. Cuando Rajoy llegó a la presidencia (no al liderazgo), todos los comentaristas se apresuraron a hablar de un hombre moderado que podría centrar al Partido. Y se equivocaron. Su dependencia de Aznar le ha prohibido el viraje. Y pienso que él mismo engañó a muchos y nunca fue el hombre moderado que algunos presintieron.

Se pusieron entonces los ojos en Gallardón. Aún hoy son muchos los que alaban su moderación. El Partido Popular ha hecho una oposición nauseabunda basada en el tema terrorismo. Ha creído poder erigirse sobre la sangre de los muertos y ha utilizado a las víctimas como trampolín para el futuro. Ha convertido a los muertos en un monopolio hasta el punto de quedarse sin argumentos cuando ha proclamado, falsamente, que se desprendía de él. El Partido Popular no sabe qué hacer sin los muertos. Y Gallardón no se ha separado nunca claramente de esa infame campaña. Cuando el 13 de Enero los sindicatos convocaron en Madrid una manifestación bajo el lema PAZ, VIDA, LIBERTAD, CONTRA EL TERRORISMO, Rajoy dijo que no entendía (he aquí la capacidad de entendederas de Rajoy) que fuera una condena clara del terrorismo y que por tanto no asistiría el Partido Popular. Se condenaba el atentado de la T-4 donde habían muerto dos ecuatorianos. Y Gallardón, el centrista, el moderado, el Alcalde de Madrid, no participó. Prefirió “sus” muertos a los muertos de todos.

Se decreta el boicot contra una red de comunicación y se cae en brazos de la COPE, hasta el orgasmo más humillante. Se prescinde de Piqué y se nombra a Sirera, colaborador de Libertad Digital. El errático discurso de Rajoy, el bochornoso conferenciante Aznar, la sanguinolenta postura de Acebes y Zaplana hacen del Partido Popular (por lo menos de sus dirigentes) una rueda centrípeta. Nadie puede ocupar el centro de un Partido Circular.

España necesita una derecha laica, moderna, con líderes de estatura política suficiente como para admitir y animar el desarrollo de derechos civiles, desprendida del lastre ignominioso de un pasado dictatorial e independiente de una Jerarquía eclesiástica que frene el devenir de la historia. De lo contrario la derecha se convertirá en el mito del eterno retorno.



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