jueves, 25 de septiembre de 2008

EL OBISPO FALANGISTA

Muchos tenemos alma de vinilo. Piel morena, surcándose a sí misma como un mito de eterno retorno. Machines negros, Aznavoures de tristezas azules, Rocíos de nardos abrileños.

Muchos tenemos alma de vinilo. Fibrosa voz de Dámaso Alonso. Temblorosa de Juan Ramón Jiménez. Ecuánime de Leopoldo Panero.

Muchos tenemos alma de vinilo. Primera comunión de marinero en tierra. Vírgenes pueblerinas al paso alegre de la paz. Obispos brazo en alto, ajustando tacones. Militares uniformados, calle abajo. Utrera Molina, guerrera blanca, banda cruzada, condecoraciones que pasaportaban a la historia del glorioso movimiento.

Muchos tenemos alma de vinilo. Con tapias agujereadas por balas azules. Tiros de gracia azules. Remates crujientes de ademanes azules. Cunetas- mortajas hasta hoy para muertos por uniformes azules.

Almas de vinilo y penas negras, Machines insistentes, machacones, haciendo pena de pena, pariendo dolores del dolor, angustia de la angustia, miedo del miedo. Alma de vinilo, para siempre tal vez, porque nunca se borrarán los cementerios blancos de cal humilde de los pueblos.

Y Fernando Sebastián, Obispo de correajes negros, con mitra que tú bordaste en rojo ayer, con báculo-fusil-mástil de banderas victoriosas, que traerán prendidas cinco rosas, las flechas de mi haz.

Debemos, dice el Obispo-falangista-requeté-sección femenina-pilar primo de rivera-francisco franco, votar a falange porque es un grupo confesional católico, con mentalidad católica, formado por sólo católicos y para católicos. Seguramente fusilaron con la bendición de Dios, los muertos merecieron su muerte, purificaron de comunistas y masones nuestra querida España, camaradas de un Dios de derechas, santos cruzados.

Prohibido leer a Darwin, a Sartre. Liquiden a Lorca al amanecer. Borren a Miguel Hernández. Más adelante nos encargaremos de Tarancón. ¿Se acuerda, Monseñor? Le gritaban: Tarancón al paredón. Manos oscuras de D. Vicente, de picadura de tabaco pueblerino. Cigarrillos de artesanía. ¿Lo gritaba usted también? España estaba secuestrada. Degollado el pensamiento. Estrujada la iniciativa. Y usted disfrutando. Obispo de un nacionalcatolicismo que ungía las agonías, que ofrendaba vidas por mayo a María que madre nuestra es. Predicador de resignaciones estériles. Sagrado Corazón, en vos confío. Hay que votar a falange. A ver si no han perdido la memoria y siguen fabricando muertos. España está superpoblada de ideas. Hay que actuar. Que vuelven los rojos. No podemos esperar la resurrección del caudillo. Tarda Franco en su segunda venida. A lo mejor no llega antes del 27. Preparados. Apunten. Fuego. Yo, Obispo falangista, estoy aquí, conciencia tranquila, absolviendo moribundos. Pobrecitos. Alguien tiene que acordarse de ellos. Ahí mismo, contra las paredes blancas de los cementerios, sobre cunetas. Ciertos muertos no tienen derecho a rosas blancas. Les basta con las granadas rojas que brotan de las sienes. Y que el camarada Dios les bendiga.

Prestadme un ramo de espigas para ahuyentar las pistolas. Vienen calientes de añoranzas en las manos de un Obispo falangista.


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