lunes, 8 de septiembre de 2008

ANGEL ACEBES

Angel Acebes es el secretario general del Partido Popular. Un dato por todos conocido y que parece una obviedad recordarlo. Pero es que dice mucho que un partido tenga como secretario general a un hombre como este. Un hombre ciertamente gris que sólo tiene relieve cuando ofende. Y esa es su estrategia: ofender para permanecer.

Como oposición, Acebes nació en Atocha un 11 de Marzo. Nada de relevancia había hecho con anterioridad. Pasó sin pena ni gloria por varios ministerios casi de puntillas. Pero aquel 11-M puso sobre la mesa su capacidad de mentir y esa capacidad la lleva en los bolsillos como calmante de sus delirios y arma de combate. El juicio sobre aquella fatídica fecha ha puesto de manifiesto que el Ministro del Interior falsificó todos los datos que estuvieron a su alcance no poniendo en conocimiento de los españoles los datos reales que le proporcionaban las fuentes de investigación. Sus más cercanos colaboradores así lo han confirmado no cuadrando las horas de las apariciones del ministro con las declaradas en el juicio. Falso también el intento repetido de atribuir la autoría a ETA. Nada conducía a la banda terrorista y todo apuntaba hacia un islamismo fanático. Todo, menos el empecinamiento del ministro y del Presidente Aznar. Se mintió descaradamente al pueblo español, a los medios de comunicación y se trató de engañar a la mismísima ONU. No lo ha salvado ni la indignidad de Díaz de Mera.

Este es el hombre, secretario general de un partido que ha hecho de la sangre y de los muertos una necesidad para seguir en la política y aupar a su partido a la tristeza de un triunfo en las elecciones. La oposición del Partido Popular, de hecho, ha consistido en chapotear en la sangre. Se alza sobre las tumbas y desde ahí aspira a destruir un gobierno legítimamente surgido de las urnas. Y cuando quiere evadirse de los cementerios sólo consigue formular preguntas reconocidamente absurdas.

Este hombre exige que tras la sentencia del Supremo absolviendo a los policías del “caso Bono”, sea el Gobierno quien pida perdón. Puesto que nuestros cuerpos de seguridad no son la GESTAPO (Esperanza Aguirre) y desempeñaron su labor correctamente, el gobierno debe pedir perdón precisamente por eso: por la corrección con que desempeñaron su tarea.


La muerte y la sangre, consumidas sin moderación, conducen a la comprensible locura de Angel Acebes.


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