lunes, 8 de septiembre de 2008

AMISTAD

Apareció la noticia en todos los medios de comunicación: el reelecto Presidente de Venezuela, Hugo Chavez, pensaba conceder la nacionalidad venezolana a cuatro etarras con el fin de evitar su extradición a España.

La noticia estaba ahí. Y como un humo maloliente se enredó en el proceso de paz, se revolvió contra un gobierno que lucha por el fin de la violencia y a aciertos comentaristas políticos se les llenó la boca exigiendo que se rompan todos los contactos, cargándose de razones sus argumentos de imposibilidad de entendimiento. La noticia, dada como absolutamente cierta, reforzaba lo que algunos defienden desde almenas inexpugnables. La realidad de los hechos ciega todos los caminos que puedan vislumbrarse como salida a la luz de la paz.

Zaplana se colocó la sonrisa más pura del cinismo, la mitra más pontifical del sarcasmo y promulgó urbi et orbi: “Este es el resultado de las amistades que cultiva Zapatero con políticos populistas y bananeros”

Confieso que no soy un admirador incondicional de Chavez. Pero respeto profundamente a los electores venezolanos como deberían otros respetar a los electores españoles sin adjudicar a la tragedia del 11-M el resultado del 2.004. Por simple decencia. Por coherencia democrática. Comprendo que a algunos les falten estas elementales virtudes. Pero hay que ser conscientes de que sin ellas estamos viviendo de espaldas al futuro, con añoranzas suicidas de un triste pasado.

Y hablando de sacrílegas amistades, uno tiene la tentación de comparar idilios todavía duraderos, todavía proclamados con orgullo, todavía ejercidos sin escrúpulos: ¿Nos hemos olvidado de Piqué inclinando la cerviz de forma repetida a los pies del avión que trajo a Barajas a Bush? ¿Nos hemos olvidado de las cenas compartidas entre el emperador americano-esposa y el súbdito sonriente-esposa que nos quería sacar del rincón de la historia? ¿Nos hemos olvidado del hermano Bush-gobernador que visitó la REPUBLICA de España prometiendo grandes beneficios económicos si prestábamos nuestra ayuda para fabricar víctimas en Iraq? ¿Nos hemos olvidado que nuestro Presidente Aznar podía colocar sus pies encima de la mesa oval porque disfrutaba de la amistad de un político, no sólo bananero, sino invasor y asesino? ¿Nos hemos olvidado del complot blasfemo de las Azores? ¿Nos hemos olvidados de los soldados enviados a derrocar a Sadam como arras de una amor homicida? El actual Secretario General de la O.N.U. acaba de decir que Iraq estaba en mejor situación con Sadam que en la actualidad. Pero el trío visionario del futuro prefirió la invasión salvadora de las bombas. El mundo lleva sobre sus hombros muertos y muertos, orfandades perpetuas, cuajarones de historia moribunda, productos de una amistad concubina.

Señor Zaplana: no dé lecciones de amistad ni cursillos acelerados de amor. Tenga el valor den enfrentarse a esos líderes de la muerte con la limpia honradez de quien prefiere el gozoso quehacer de la paz.



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